domingo, 21 de agosto de 2011

Recuerdo la velocidad de su barco... [Andy Fogwill sobre su padre]

Recuerdo la velocidad de su barco. Un Troter del ’80. Izando un foque a la salida del puerto de Olivos. Recuerdo amigos con bigotes: Dorio, Caparrós, Asís, Bizzio. Recuerdo amigos con barba: Poni Micharvegas, Jorge Lobov, Carlos Sastre. Recuerdo amigos limpios e impecables: Repsin, Siano, Fabrykant. Amigos abogados: Catón. Amigos jóvenes: Tabarovsky, Ríos, Manuel, Gambarotta, Nielsen. Novias lindas. Novias ricas. Novias “mínimas”. Novias pobres. Recuerdo a Saer. Recuerdo a Favio. Lo recuerdo cantando a Schubert, a Hugo Wolf. Lo recuerdo cantando “Tiririií…” en la ducha. Recuerdo que estaba escribiendo una misa. Lo recuerdo durmiendo en un colchón de agua. Recuerdo el póster de Hölderling. Recuerdo Help a él. Recuerdo Muchacha punk. Recuerdo peleas: el día que le perdí el original de El nadador de Viel Temperley. Recuerdo intentar despertarlo. Viéndolo nadar, lejos en el mar. Recuerdo su cámara Miranda y la mejor foto que me sacó, con el collar de diente de tiburón en Gesell. Recuerdo su banco de carpintero. Recuerdo a los “Pichis”. Recuerdo que me sorprendió y me contó una pesadilla “que buscaba la verdad”. Recuerdo que me mandó a la Pitman para aprender a teclear. Recuerdo que me premió a los diez años con un viaje a Montevideo por aprenderme un poema de Borges, y a los doce con una bicicleta Raleigh por memorizar uno de T.S. Eliot. Recuerdo Tierra Baldía, su primera editorial. Y recuerdo más y más fragmentos de su contra-educación. Educar y contra-educar es también una forma de diseñar lo que uno quiere que se recuerde y de reordenar el sentido de las palabras. Recuerdo el comienzo de La chica de tul de la mesa de enfrente: “Vi tul”. (Me pregunto qué hubiera dicho de todas estas repeticiones. Que escribo como un puto, como un progre o como un alumno de Psicología. Y tendría razón. Yo no escribo. Yo recuerdo.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Locations of visitors to this page